LA FIESTA DE BABETTE

LA FIESTA DE BABETTE (Babettes gaestebud). Dinamarca 1987. Director: Gabriel Axel. Guión: Gabriel Axel, sobre historia de Karen Blixen. Fotografía: Henning Kristiansen. Música: Per Norgard.. Elenco: Stéphane Audran, Jean-Philipe Lafont, Gudmar Wivesson, Jarl Kulle, Brigitte Federsiel, Lisbeth Movin, Bodil Kjier, Bibi Andersson.
Publicado originalmente el 14/7/89.

Es realmente una maravilla cinematográfica. Y lo más increíble es que aparentemente no ocurre nada, o casi nada, en la película: apenas una descripción de la vida cotidiana de una comunidad luterana perdida entre los fiordos noruegos, la incorporación a ese grupo humano de una criada francesa (Stéphane Audran) que ha llegado huyendo de las convulsiones de la Comuna de París y su posterior represión en 1871, el modo cómo esa mujer se adapta aparentemente a la puritana existencia de las dos ancianas que la acogen en su casa.
Pasarán 14 años antes que la extranjera tenga la oportunidad de revelarse realmente: un inesperado triunfo en la lotería le permitirá hacerse cargo de la organización del banquete conmemorativo del centenario del nacimiento del fundador de la comunidad. Lo que originalmente debía ser apenas un sobrio refrigerio se convierte, gracias al dispendio y el arte culinario de Audran, en la mejor comida que esos beatos hayan probado en su vida. Pero es también algo más: el descubrimiento de los otros, de ciertos pequeños placeres de la vida que no se contraponen sino que se complementan con los del espíritu, de que el alimento cuidadosamente preparado puede no ser un incentivo a la gula, sino un acto de amor.

La maravilla consiste en que esos sentidos no aparecen enfatizados en la película sino que surgen de un desarrollo plácido y casi mínimo, integrado apenas por la frustración inicial de dos romances, el paulatino envejecimiento de las hijas del pastor que renuncian a sus propias vidas para proseguir la obra de su padre, la pelea cotidiana de la francesa con la calidad o el precio del pescado, el clima de progresivo deterioro de las relaciones en el interior de una comunidad religiosa integrada mayormente por ancianos rezongones. La preparación y desarrollo del banquete alterará claramente el panorama: al principio renuentes a saborear los manjares y las selectas bebidas ofrecidas por la anfitriona, los miembros de la comunidad irán dejando de lado poco a poco sus prejuicios; el empeño en concentrarse en otra cosa mientras paladean la comida será abandonado, el alcohol consumido sin exagerar, servirá para reestablecer la concordia entre varios viejos avinagrados, la relación de la propia criada con sus patronas conocerá algún giro decisivo. Algo habrá cambiado en todos para mejor al terminar la cena.

La película confirma  una vez más que en cine funcionan mejor los cuentos expandidos que los relatos largos abreviados para cumplir con la duración de un largometraje. Desde La dama del perrito de Chéjov, filmada por Heifitz, hasta Desde ahora y para siempre de John Huston sobre Joyce, la ley se ha cumplido a menudo y vuelve a cumplirse en esta película inspirada en Isak Dinesen (seudónimo de Karen Blixen). Pero la película no sería lo que es sin el talento desplegado a lo largo de todo su metraje por el director Gabriel Axel, un veterano del cine y el teatro daneses que llegó a trabajar junto a Louis Jouvet, comenzó a hacer cine en los años cincuenta y de quién llegó a conocerse entre nosotros un film bastante secundario llamado La guerra de los huevos, que aquí revela síntomas de clara madurez. No hay más palabras de las necesarias en La fiesta de Babette, no hay énfasis ni editoriales pretenciosos: el asunto fluye naturalmente, con una minuciosa atención a rostros, gestos, miradas silenciosas que de pronto lo dicen todo. Su grandeza (como la de Bresson, aunque la visión del mundo de Axel sea ciertamente más hedonista y menos ascética que la del maestro francés) es toda interior: crece secretamente, casi sin que se note, y se prolonga hondamente en la posterior reflexión del espectador. Puede resultar casi trivial, para entonces, elogiar las calidades de fotografía, de música, sobre todo de elenco (el casting es impecable, no solo en la calidad de sus intérpretes sino también en la adecuación de los tipos físicos a los personajes correspondientes) que redondean a la película como una obra maestra.

Hace más de 68 años que veo películas, escribo sobre ellas hace más de 50.

Autor: Guillermo Zapiola

Hace más de 68 años que veo películas, escribo sobre ellas hace más de 50.

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