TIERRA Y LIBERTAD

TIERRA Y LIBERTAD (Land and Freedom). Reino Unido/Alemania/España 1995. Director: Ken Loach. Guión: Jim Allen sobre libro “Homenaje a Cataluña” de George Orwell. Fotografía: Barry Ackroyd. Música: George Fenton. Productora: Rebecca O’Brien. Elenco: Ian Hart, Rosana Pastor, Iciar Bollaín, Tom Gilroy, Marc Martínez, Frederic Pierrot, Suzanne Maddock.
Nota publicada originalmente el 5/4/1996

La escena clave es quizás la de la asamblea en el pueblo capturado por los milicianos de P.O.U.M., donde se propone la colectivización de la tierra recién expropiada a terratenientes fugitivos y se enfrentan posiciones encontradas al respecto. De hecho, lo que se discute allí es la posibilidad de defender la República contra un levantamiento restauracionista y al mismo tiempo hacer una revolución que puede enajenar a sus impulsores las simpatías de aliados eventuales. Toda la situación recuerda la frase “teníamos que perder”, atribuida a un ex combatiente republicano, que sirvió de título a un libro polémico sobre la Guerra Civil Española publicado hace ya algunos años, donde corría la idea de que el triunfo franquista no había sido únicamente la consecuencia de una superioridad militar o de la nada disimulad colaboración de los gobiernos de Hitler y Mussolini (mientras las democracias occidentales jugaban la farsa de la “no intervención”), sino también de las propias debilidades y contradicciones del otro bando, las confrontaciones entre liberales, anarquistas y marxistas diversos que añadieron dosis de violencia y absurdo a la carnicería.

Las simpatías del director Ken Loach están sin duda con sus militantes radicales, despistados pero idealistas, que creyeron por un momento instaurar la utopía en la Tierra y fueron arrasados en nombre de la temible Razón de Estado por los mejor organizados partidarios del stalinismo. Hasta puede pensarse que la perspectiva de Loach, que coincide probablemente con la del miliciano que pide a sus compañeros “ampliar el punto de mira”, va más allá del concreto caso español y se extiende hasta la noción de una revolución confiscada por los burócratas que condujo al colapso del “socialismo real”. No es casual que toda la historia aparezca filtrada a través de la mirada de la nieta que descubre el pasado combativo de su abuelo y de alguna manera retoma su bandera. Por esa vía el film invita a revisar acontecimientos pretéritos con espíritu crítico (o más bien “autocrítico”, principio que la izquierda suele predicar pero no practicar), para a partir de ahí seguir avanzando. También rescata una dimensión ética y comprometida que no deja de resultar estimulante en estos tiempos de descreimiento posmoderno aunque se pueda discrepar con el apellido de ese compromiso.

Un debate político no hace empero una película. Si Tierra y libertad funciona además como drama tenso y absorbente es por su equilibrio entre lo individual y lo colectivo, su habilidad para incorporar en medio del fragor del combate el ocasional toque emotivo, el rasgo de humor o la pincelada humana que convierten de pronto un entierro donde se canta La Internacional en una experiencia conmovedora, más allá de los escepticismos que ese himno pueda generar fuera del cine. Hay una reserva muy británica en la realización de Loach, un realismo directo para sus escenas de batalla que destacan el aislamiento de sus combatientes más bien que el carácter épico de la lucha, y un rendimiento muy ajustado de su elenco. Es desde ya una de las películas del año.

Hace más de 68 años que veo películas, escribo sobre ellas hace más de 50.

Autor: Guillermo Zapiola

Hace más de 68 años que veo películas, escribo sobre ellas hace más de 50.

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